A menudo descubrimos y conocemos los paisajes atravesándolos, acercándonos a ellos o rozándolos, en el momento en que nos trasladamos de un lugar a otro, a lo largo de las autopistas, las rutas o los caminos.
Las infraestructuras viales, por tanto, desempeñan un papel relevante en la construcción del paisaje. Pueden ser vistas como herramientas de conocimiento de los lugares y las culturas que atraviesan, como elementos capaces de dar significado a los lugares atravesados y como lugares de acceso y vínculos mutuos entre «habitante» y «viajero ». A través de ellas se instauran fuertes relaciones con el territorio.
Por otra parte, la variación de la velocidad introduce modificaciones en lo perceptivo: el movimiento y la velocidad modifican la realidad a percibir.
En este sentido, se presenta una propuesta proyectual, ahondando en las potencialidades que tienen los recorridos como espacios que pueden provocar una experiencia de paisaje. Se partió de investigar las percepciones del paisaje a través de las distintas velocidades, planteando como preguntas iniciales: ¿Cuál puede ser la experiencia de paisaje en una carretera? ¿Cómo se puede buscar una estrategia para que el hombre pueda hacer experiencia de paisaje en un camino transitándolo a distintas velocidades?