Desde sectores disímiles se viene proponiendo la reducción o eliminación del IVA para los productos que conforman la canasta básica de alimentos. En su mayoría, las propuestas no aclaran que una proporción importante de los alimentos ya tiene reducida la alícuota a la mitad o está exenta en la última etapa: en los hogares de los estratos pobres el 55% de la canasta de alimentos tiene tratamiento diferencial. Asimismo, la eficacia de la propuesta es discutible por varios aspectos: cómo se garantiza el traslado a precios (condición necesaria para que se alcance el objetivo buscado); cómo repercute la existencia del monotributo y la evasión y la diferencia entre tasa nominal y efectiva. La conclusión principal es que quienes realizan este tipo de propuestas confunden entre la determinación del impuesto ideal y la recomendación de cambios a uno que ya existe.