Un Sheriff del condado de Bedford, profundamente religioso, publica en 1777 un registro de sus observaciones de las prisiones europeas: John Howard.
John Howard traspondría los límites de las naciones, y los cercos carcelarios para horrorizarse y horrorizar mostrando esa miseria reunida y excluida, en un momento en que la razón soberana, definiendo la locura, anclaba la nave de los locos en puerto seguro, y fisiócratas y clásicos descubrían el trabajo como valor.