Las diarreas representan una de las patologías más graves en los terneros (Schumann et al, 1990). Históricamente se han asociado con un mal calostrado, y por ende con una falla en la trasferencia de inmunidad pasiva (McGuirk, 2008). Esta transferencia se evalúa con los niveles de inmunoglobulinas (Ig) séricas luego del calostrado. Como ejemplo, concentraciones superiores a 10 g/L de Ig se asocian con cuadros menos graves y mortales en terneros Holstein (Furman-Fratczak et al, 2011). A pesar de ello, elevados porcentajes de rodeos y animales son mal calostrados, ya sea por fallas en el tiempo, la cantidad o la calidad de calostro suministrado (Lora et al, 2018).Varios autores han alertado sobre los efectos perjudiciales de la mayor permeabilidad intestinal, no solo en terneros neonatos sino también en el destete (Wood et al, 2015) y en las etapas finales del engorde a corral (Shellenberger et al, 2020).
Finalmente con la revisión bibliográfica realizada se concluye entonces que las diarreas en terneros puede presentarse a pesar de un buen calostrado, y que el origen de estos procesos podría ser el aumento de la permeabilidad intestinal.