Ningún especialista — al menos que yo sepa — ha detenido su atención, al examinar los instrumentos bibliográficos publicados en los últimos años, en las variantes que ofrece el vocabulario Patagón reunido por Antonio Pigafetta, según sean los manuscritos o impresos en que se halla contenido. En cambio, el texto del códice Ambrosiano, divulgado mediante las ediciones realizadas por Carlos Amoretti, continúa siendo utilizado por los lingüistas con entera confianza — como lo fue por espacio de casi un centenar de años — en la ignorancia, actualmente indisculpable, de que su corpus lexicográfico ha sido reproducido en forma harto imperfecta y con el agregado de voces extrañas al mismo — como acabo de comprobarlo — pertenecientes a idiomas de pueblos de la Austronesia. Conviene, pues, una vez por todas, tabular en forma accesible las variantes a que me refiero; procedimiento indispensable de buena crítica omitido antes de ahora, que, no obstante, define el justo valor de la fuente de información más antigua que poseemos sobre lingüística sudamericana.