La ESI siempre es un espacio de posibilidad, una invitación, una exploración, una distancia para la duda, un tiempo para la creación pedagógica, una indagación, una oportunidad de abrazar un cambio curricular que haga efectivo el principio que consagra la ley nacional de Educación Sexual Integral Nº 26.150 y la ley provincial Nº 14.744: El derecho humano a recibir Educación sexual Integral. ¿Cómo hacemos para que “transversalizar” sea un verbo transitivo-relativo? ¿Cómo colaboramos para des-ordenar los imaginarios sobre los cuerpos y sus repertorios afectivos? ¿Cómo construimos una matriz curricular común (para todes) en las que entren los deseos, las fantasías, lo impensado, lo inexplorado, los miedos, las escrituras sin letras, los mapas sin coordenadas? ¿Cómo hacemos para alojar(nos) las/nuestras identidades incómodas, impredecibles, imprevisibles, imprescindibles?.
Entonces, nos preguntamos, desde la materia que enseñamos y como una primera estrategia de aproximación: ¿Qué cuerpos y qué miradas autorizan a esos cuerpos en la historia del arte, qué cuerpo y miradas son omitidos? ¿Qué cuerpos son esperados y cuáles no? ¿Qué historia del arte, para quiénes sí y para quiénes no?.