La provincia de Córdoba, si se aceptase como cierta una opinión bastante difundida, constituiría, del punto de vista antropológico, un campo de investigación casi estéril. En realidad de verdad, tal creencia —desprovista, desde luego, de todo fundamento— debe su origen al conocimiento imperfecto de los materiales reunidos en diversas épocas, y á propósito de los cuales sólo se han publicado, hasta ahora, referencias incidentales, descripciones someras ó escuetos inventarios. Por ello, pues, resolví, en 1906, escribir una memoria que resumiera los antecedentes dispersos sobre las culturas primitivas de Córdoba, y en la que pensaba describir el material conservado en el Museo de La Plata; pero, á poco de haberla iniciado, debí abandonar la tarea: en primer término, obligado por la falta de tiempo para continuarla, dada la labor múltiple y ubicua que entonces realizaba; y, por otra parte, al convencerme que para ponderar los pretendidos hallazgos paleolíticos, era imprescindible conociera el terreno de visu. El intervalo ha sido largo: recién en el mes de julio de 1909 pude trasladarme á Córdoba –como siempre á mis expensas– y examinar allí, conducido gentilmente por el doctor Adolfo Doering, los sedimentos pampeanos acumulados en la cuenca del valle del río Primero; aprovechando, al propio tiempo, mi estadía para conocer y estudiar colecciones cuya existencia ignoraba.