En nuestra época actual, caracterizada por un importante desarrollo tecnológico, herramientas integradas con IA -generalmente unida al aprendizaje automático (conocido también como machine learning, en inglés)- se han ido aplicando paulatinamente en la búsqueda de soluciones a diversos problemas y retos de la sociedad. Las aplicaciones de IA han traído considerables beneficios en muchos aspectos de la vida cotidiana de sus usuarios, y han seguido demostrando su importancia como base en la investigación científica y en las aplicaciones en el mundo real (Xu et al. 2021). Sin embargo, es fundamental señalar que su manipulación y mal uso -intencionado o no- podría conducir a la violación, limitación y perjuicio de los derechos de las personas.
Entre ellos, sus usos y aplicaciones en la gestión del fenómeno migratorio, que ha aumentado exponencialmente en los 2010s. Más allá de la eficiencia y la rapidez que conlleva el uso de sistemas automatizados, existe un debate sobre los sesgos, riesgos y excesos que pesan sobre los derechos de las personas. Esto, a su vez, puede profundizar y generar un aumento de la discriminación (étnica o religiosa), la segmentación social e incluso la exclusión de los grupos migrantes.
Lo que parece cuestionar al pensar en la introducción de las nuevas tecnologías en el control de las fronteras y la gestión de la migración son ciertas inseguridades que puede tener la Unión Europea (UE) sobre su capacidad para regular sus fronteras con métodos “firmes pero justos”, la incertidumbre sobre si al hacerlo se viola la seguridad humana de los migrantes y se compromete la posición de la UE como actor liberal, y la incertidumbre sobre el futuro de la UE en un mundo cambiante que verá mayores y crecientes flujos migratorios. Europa necesita demográficamente pero sigue preocupada, social y políticamente hablando (Panebianco y Tallis, 2022).
Desde esta perspectiva, está surgiendo un debate sobre el impacto que tiene la aplicación de las innovaciones tecnológicas asociadas a la inteligencia artificial y a las fronteras exteriores de la Unión Europea. Ciertas medidas puestas en marcha tras la crisis migratoria europea de 2015 dieron lugar a las "fronteras digitales" (Broeders, 2007) y a una serie de dilemas en materia de justicia (Ceccorulli, Fassi y Lucarelli, 2021).