Situar el Acompañamiento Terapéutico (AT) dentro de la clínica contemporánea y dentro del complejo y entramado campo de la salud mental1, como uno de los recursos clínicos de mayor preeminencia que se vienen desarrollando en las últimas décadas, nos exige realizar una breve revisión de su historia, precisar sus puntos de surgimiento, modos de comprender mejor su desarrollo, alcances y desafíos actuales.
La historización del AT es tan relevante como tener presente siempre la historia y la subjetividad de quién se acompaña, es un requerimiento de comprensión ineludible que otorga mayor sentido a nuestra práctica.
Entender la historia para situar las coordenadas de surgimiento de esta nueva modalidad clínica, implica no disociarla de su contexto (que incluye los aspectos sociales, culturales, históricos e ideológicos). En el caso del AT, podríamos establecer que dicho contexto se entrelaza con una ideología de sustitución de los manicomios por nuevas posibilidades de tratamiento de aquellos pacientes que se consideraban locos, irrecuperables, incurables. Los manicomios, instituciones de frecuente maltrato, estuvieron siempre más al servicio de un control social que a un dispositivo terapéutico que permitiera un genuino tratamiento del padecimiento mental del que sufre.
¿Por qué detenernos en el manicomio? Porque en cierto punto, el AT se inscribe en una corriente de cambio ideológico de una época que venía a desafiar y superar la lógica manicomial.
Entender esta última resulta esencial para comprender el resto de la historia.