Me propongo en esta oportunidad examinar los obstáculos epistemológicos que indirectamente han levantado dos ideologías que han ejercido el dominio del pensamiento penal argentino. Me refiero al Positivismo y al Dogmatismo –convengo en llamar así a la deformación de la dogmática ortodoxa- que se han sucedido en nuestro país y que paradojalmente han coincidido –reincidido- en la misma disfunción: desplazar al Código Penal Argentino como objeto directo e irrenunciable de toda labor jurídica que pretenda ser científicamente válida.