Como en casi todos nuestros escritores de principios de siglo, Darío influyó en [la] poesía [de Alfonsina Storni] de manera definitiva. Lo ha dicho Conrado Nalé Roxlo al hablar de la aparición de La inquietud del rosal: “en este primer libro se hace eco de todas las voces que resonaban en el ambiente y en especial de la de Rubén Darío y sus epígonos". Alfonsina Storni llegó a Buenos Aires a fines de 1911, año en que ya había comenzado a publicar en Rosario sus versos. En 1912 Darío visita por última vez nuestra ciudad. La muchacha anónima, atribulada, que es Alfonsina Storni en esos días, no pudo dejar de leer con temblor todo lo que se refería al gran poeta, cuyos versos, sin ninguna duda, ella ya se sabía de memoria.