En Rubén Darío la creación poética y la meditación estética sobre dicha creación juegan en absoluta armonía. Darío, poeta consciente y reflexivo, echa una mirada lúcida sobre cada una de las etapas de su realización artística. Sabe valorarlas como a organismos vivos, ligados a él por vínculos de afectividad intelectual. Permanente unidad sustancial caracteriza a su obra a lo largo de una evolución ascendente en la escala de lo estético y de lo humano. Esta evolución es el fruto de la experiencia vivida y del “estudio y la consagración al arte”
Las reflexiones que él se hace durante ese prolongado proceso espiritual, las dudas que se le despejan y las conclusiones a que arriba, constituyen el motivo dominante de los prólogos que escribió para sus obras poéticas. Cada uno de estos breves exordios introduce al sentido total de su poética con claridad y precisión.