Cuando leí El entramado de los lenguajes me pareció encontrar en él mi propia voz, mis propias preguntas y resonó en mí aquel principio epistemológico freireano que reza “la cabeza piensa donde los pies pisan”. Esto se debe a que El entramado se centra en una serie de preguntas concretas y genuinas en torno a cómo trabajar desde la práctica docente la problemática del contacto lingüístico y de la diversidad cultural. Este libro es el resultado de varios años de trayectoria de investigación, radicada principalmente en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, donde se ven conjugadas distintas líneas de acción que se llevaron adelante para, por un lado, justificar por qué ésta es una problemática fundamental en la actualidad de las escuelas de esa zona y, por otro lado, qué aspectos se pueden mejorar o modificar y desde qué perspectiva teórica se puede abordar esta cuestión. El objetivo se hace explícito ya en sus primeras páginas: “instamos a instalar el respeto y la valoración de la diversidad cultural para ejercitar el sentido crítico de los estudiantes en la búsqueda de eficacia pedagógica, éxito académico e igualdad de oportunidades” (Martínez; Speranza y Fernández, 2009: 14).