En términos generales puede definirse a una llanura como un ámbito de escaso relieve, o sea con desniveles poco marcados, en contraposición a las áreas montañosas o serranas, en las que las diferencias de altura son mucho más acentuadas.
Pese a su relativa chatura, las llanuras nunca son totalmente planas, presentando altos denominados lomas o divisorias de agua y bajos, conocidos como depresiones, donde se emplazan los cuerpos de agua (ríos, lagos, lagunas, bañados, esteros, etc).
Resulta difícil establecer el entorno de magnitudes del gradiente topográfico para tipificar a una llanura, pues el mismo depende fundamentalmente de la posición de ésta respecto a las cadenas orográficas. Sin embargo, se pueden tomar como extremos más comunes valores de 10/1.000 y 0,5/1.000. El primero, característico de llanuras pedemontanas, puede crecer sin embargo hasta 80/1.000 en los abanicos aluviales proximales mientras que el segundo, puede descender por debajo de 0,2/1.000 en llanuras deprimidas como la del Salado en la Provincia de Buenos Aires.