Que el campo historiográfico dedicado al estudio de lo que en el Cono Sur se denomina pasado reciente se ha ampliado y complejizado en las dos últimas décadas no escapa a nadie. El impacto de esta transformación historiográfica ha desbordado los límites propios del ámbito profesional de la Historia, lo que no se explica sólo por la evidente vitalidad y el carácter de ‘pasado/presente’ de la materialidad con la que trabaja: hay un activismo social, político, que promueve y alienta debates, confrontaciones y demandas. Podría considerarse que aquel boom de la memoria caracterizado hacia los noventa derivó en un exponencial crecimiento de la historia dedicada a la indagación sobre el pasado más próximo a nuestros días. Vivimos un verdadero boom de la “Historia Reciente”.
Este proceso se ha desenvuelto en todo nuestro continente, asumiendo en cada país modalidades y características determinadas, producto de condiciones institucionales e historiográficas, políticas y sociales específicas; pero también como consecuencia de diálogos, préstamos y debates que la internacionalización de las relaciones académicas alentaron. El libro de factura colectiva que aquí reseñamos, resultado del proyecto de investigación “Hacia una historia del presente mexicano: régimen político y movimientos sociales, 1960-2010”, radicado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), constituye un emergente de lo que venimos diciendo. Editado en la ciudad de México en 2020, ya desde el mismo título moviliza y demanda especial atención: no ‘reciente’ sino ‘del tiempo presente’ es la historia sobre la que versa. Pero, ¿no refieren acaso a un mismo campo, no se trata de nominaciones homólogas para un fenómeno también equivalente?
Sus coordinadores, investigadores mexicanos, explicitan que tuvieron entre sus objetivos fundamentales acercar al público de su país las temáticas y avances de este campo. Pero, consideramos, leído en otras geografías a la luz de tradiciones historiográficas diferentes, tiene la virtud de habilitar una sensación de extrañamiento, de atizar debates y poner en cuestión consensos que han cristalizado en formas de producir conocimiento histórico, apuntando hacia sus fundamentos epistemológicos y teórico-metodológicos.