En la vida social y política los aniversarios sirven para hacer una revisión del pasado y evaluar la situación de aquellos objetivos que los sujetos sociales se propusieron alcanzar transitado un determinado período de tiempo. Ocurre esto también con las organizaciones e instituciones, tal el MERCOSUR, que cumple 30 años desde su constitución por el Tratado de Asunción.
Hacer una evaluación de lo que se esperaba de él o de los resultados de aquello que esperaban los líderes gubernamentales que lo impulsaron obliga a considerar ciertas realidades que a menudo se dejan de lado en los análisis.
Existe la percepción generalizada que el MERCOSUR no alcanzó sus objetivos. Algunos lo ven como un fracaso más que se agrega a la historia de los frustrados proyectos latinoamericanos de integración, cooperación o concertación. Otros, más realistas, consideran que con el MERCOSUR se hizo lo que se ha podido hacer. Una síntesis intermedia, señalada por diversos economistas y académicos, es que el proyectado Mercado Común del Sur terminó por ser una unión aduanera imperfecta (Bouzas, 2003; Bouzas et.al., 2006), aun cuando otros autores consideran que la unión aduanera lo es o no. Lo que no debemos hacer es considerar la imperfección como un atributo diferenciador de las categorías o estadios de la integración económica, que van desde una simple zona económica exclusiva a una unión económica.