Durante el acto creativo estamos dando vida a algo nuevo como culminación de un proceso que se alimenta de varias vertientes, objetivas y subjetivas, conscientes e inconscientes, materiales y espirituales, que comprometen al ser en su integridad; es el resultado de un contrapunto entre nuestra existencia y nuestra insistencia que nos eleva, armonizado finalmente en la obra concluida; es el momento tan esperado de ver el rostro de la felicidad. En este trabajo deseo mostrar, también, aspectos de la Función Freno, uno de los integrantes del acto creativo, cuya importancia parece no haber sido percibida por los investigadores; por consiguiente, está poco estudiada o, si se quiere, examinada en forma fragmentaria en las diferentes disciplinas del saber, abrazando contemporáneamente, a la naturaleza y al hombre; éste, analizado a través de la historia y la antropología, muestra ser una persona que piensa y crea; así, podemos hablar de su crecimiento como persona y por las obras que realiza en lo social, en lo tecnológico o científico. Su premisa es crecer. La naturaleza, por su parte, hace sus aportes al crecimiento con una lógica que el hombre trata de entender y, a veces, no lo logra. Identificamos así a los dos creadores fundamentales: el hombre y la naturaleza.