Tanto el cine como la historia son narrativas que no son neutras, sino que están atravesadas por múltiples discursos, puntos de vista, intencionalidades y objetivos. Son, entonces, polisémicas. En ese sentido, consideramos que la enseñanza de la historia no debe ser sencillamente una narración y descripción de un cierto número de hechos. Por el contrario, exige la interpretación y la comprensión de procesos históricos estructurados en relaciones ligadas entre sí. Demanda de la explicación e interrelación de acontecimientos que permitan ver las rupturas y continuidades, los cambios y permanencias, la múltiple causalidad de los cambios y la resistencia a estos mismos. En este caso, la herramienta privilegiada para enseñar y aprender historia es la producción cinematográfica, y en eso se concentra “El siglo XX a través del cine”.