La crisis económica y social de las últimas décadas ha generado una gran cantidad de microemprendimientos, llevados adelante por personas y por organizaciones sociales, junto con otros promovidos por el Sector Público o por las empresas del Sector Privado.
Han procurado dar respuesta principalmente a dos realidades contrastantes: la fuerte demanda de trabajo en los sectores sociales más desprotegidos y la solidaridad de personas, instituciones y empresas con mayores recursos.
Los emprendimientos asociativos de ONG (Organizaciones No Gubernamentales) y parroquias, los microemprendedores antes desocupados, las cooperativas de trabajo que recuperan empresas cerradas y las ponen a producir, y otras iniciativas donde prevalece el fin social sobre el lucro individual, en conjunto, han sido llamados “economía social o solidaria”.
Estas iniciativas económicas con clara vocación social representan hoy para centenares de miles de familias la principal vía para intentar vivir dignamente y evitar una dolorosa exclusión de la sociedad organizada.
Es un modo honesto y valiente de lucha contra la adversidad económica y social, con base en el esfuerzo de los integrantes de familias, grupos y comunidades empobrecidas por las recurrentes crisis y la ausencia de políticas de verdadera promoción social.