En la celebración del Día del Dragón en Cristalonópolis, la emoción de la "búsqueda del tesoro" envolvía el ambiente. Sin embargo, para Clarisa, una joven que se sentía invisible en el pueblo, el evento tomó un giro inesperado cuando Guillermo la invitó a la fiesta. A pesar de sus iniciales dudas, Clarisa dedicó el día a prepararse meticulosamente para el encuentro.Al llegar la noche, en el bosque cercano al castillo abandonado, Guillermo y Clarisa se encontraron bajo la brillante luz de la luna. Unidos al grupo de amigos, se sumergieron en la búsqueda del tesoro, destacado por un imponente dragón construido en el bosque. Aunque la búsqueda resultó infructuosa, no se desanimaron y se retiraron tomados de la mano.En el camino de regreso, una luciérnaga los acompañó, iluminando su trayecto y marcando un momento especial. La experiencia dejó una profunda impresión en Clarisa, quien comprendió que más allá de la búsqueda del tesoro, lo verdaderamente valioso era la amistad cultivada con Guillermo y el grupo de amigos.La luz de la luciérnaga simbolizó la chispa de amistad en la oscuridad de la noche, resaltando la importancia de las conexiones humanas. Aquella noche, Clarisa superó su sensación de invisibilidad al encontrar en la amistad un tesoro más valioso que cualquier recompensa material. La historia de Clarisa en el Día del Dragón se convirtió en un recordatorio de que, en ocasiones, lo que realmente importa no es la "búsqueda del tesoro", sino las relaciones genuinas que se forman en el proceso.Cabe destacar que el libro que narra esta experiencia fue elaborado con personajes corpóreos hechos de porcelana fría, recortes de papel, diversas texturas, flores y plantas secas. Este detalle artístico añade una dimensión especial a la historia, realzando la creatividad y el valor simbólico de la amistad.