Esta obra textil abarca el bordado como una herramienta para la expresión, donde el desdoblamiento introspectivo de humanización del dispositivo-tela, pasa a convertirse en un cuerpo que sufre y siente, un cuerpo al que amar y odiar. Como una manera de personificar al textil o textualizar a las personas, se construye el soporte centrado en la propia experiencia y en el archivo familiar. Lo vulnerable reforzado evoca un legado afectivo, una historia encriptada, un tejido-piel que se encarna vertical como un gran cuerpo que se erige lleno de llagas y cortes. La huella se registra como una resistencia donde el gesto de remendar contiene la herida como un valiente signo de conservación. La aguja penetra la tela, pero también la carne, el alma y la memoria.