Se observó sistemáticamente a Júpiter, con una de las antenas de 30m del IAR entre el 13 de julio y el 20 de agosto. El día 18 en el que ocurrió el impacto del fragmento G, el flujo del continuo de 21 cm comenzó a aumentar significativamente hasta alcanzar, al final del período de las colisiones, una diferencia del orden de (?) con respecto a la densidad del flujo normal de Júpiter. Se discute a partir de los datos polarimétricos y del flujo total obtenidos en función de la longitud del meridiano central de Júpiter y del tiempo, la naturaleza de la radiación adicionada por el fenómeno. Considerando que esta radiación es esencialmente sincrotrónica, como sugerirían nuestras observaciones, se estima la fracción de la energía total de las explosiones que se liberó en forma de electrones de alta energía inyectados en la magnetósfera de Júpiter.