Este Trabajo de Graduación propone la visualización de las prácticas artísticas en el campo de la cerámica como nexos concomitantes entre las fragilidades y las transformaciones de nuestra naturaleza humana y del proceso artístico. La puesta en valor de aspectos tales como la imperfección y la fragilidad permite dar entidad a los defectos que nos hacen únicos. Tiene como punto de partida el tratamiento poético de la técnica del kintsugi, cuyo fundamento filosófico es la aceptación de las grietas y de las reparaciones como parte de la historia de un objeto y que, por tanto, deben resaltarse en lugar de ser ocultadas. Dicha técnica invita a reparar nuestros interiores como si fuéramos una pieza de cerámica rota que reencuentra su utilidad y que al mismo tiempo incrementa su belleza al resaltar la unión de cada cicatriz. Además de la importancia de la recomposición del objeto, se busca identificar y aceptar lo que se ha roto como parte de su historia. No hay que olvidar que en los seres humanos también habita la naturaleza de la transformación.