Al leer obras de Lenin y comprobar que en unos pocos años escribió varios miles de páginas sobre los más diversos asuntos, géneros y formatos, uno obtiene la impresión de que ese hombre, de cuyo nacimiento se han cumplido 150 años el 22 de abril de 2020, fue ante todo un ensayista o, para usar un término hoy menos frecuente: un publicista, el cual, además, lideró la revolución que cambió la historia mundial del siglo XX. Esos escritos no solo exponen el pensamiento político, económico y filosófico de Lenin, sino que también registran sus medidas de gobierno, sus discusiones intrapartidarias, sus propuestas de leyes, sus artículos de diarios, sus discursos, sus prólogos y muchos otros textos, todos ellos publicados en papel y traducidos a un sinnúmero de idiomas, lo cual permite seguir el día a día de la Revolución tal vez más detalladamente de lo que quedará de nuestros días en los obsesivos registros digitales de los big data espías.
Entre los múltiples temas que Lenin trató, encontramos varios relativos al lenguaje, de los que extraeremos tres que se pueden vincular –y a veces contraponer– con los aportes teóricos y las preocupaciones prácticas de la homenajeada colega Angelita Martínez: la variedad de lengua a emplear (en este caso, del ruso), la enseñanza y alfabetización de adultos y el problema de las nacionalidades en la Unión Soviética, en el que está incluida la cuestión de las lenguas.