La opinión pública argentina, al abrir los diarios el 24 de marzo de 1976, se sintió profundamente conmovida al enterarse de que las frágiles instituciones democráticas una vez más, habían sucumbido ante la prepotencia castrense. Seguramente, le debe haber causado cierto escozor comprobar también que, una vez más, la libertad de expresión era vilmente avasallada. En efecto, los distintos diarios comunicaban el día después que: "la Junta de Comandantes generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o de terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años de prisión el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las fuerzas armadas, de seguridad o policiales".
En el presente estudio procuraremos examinar lo más exhaustivamente posible la problemática de la libertad de expresión durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, basándonos en el discurso editorial de cuatro de los principales medios gráficos argentinos: La Prensa, La Nación, The Buenos Aires Heraldy El Día.