Indudablemente, nos encontramos inmersos en un espíritu de época en donde la relación dialéctica "hombre-máquina" se ha expandido hasta alcanzar la dimensión de un nuevo big bang; pero no atómico, sino digital; un big bang de bits que constituyen un nuevo orden, un nuevo cosmos.
Para crear el Planeta Multimedia fue necesario construir una sutil y férrea red informática mundial, que nos permitiera estar "on line" las 24 horas; transformar al tiempo en "tiempo real" de transmisión; reducir al espacio a su mínima expresión; resignificar los contenidos desde la libertad del navegante cibernético; borrar la frontera entre lo físico y lo virtual, entre lo natural y lo artificial.