Originado en el espacio doméstico y semiformal –a medio camino entre el modelo asociativo y la sociabilidad espontánea– de las tertulias semanales a las cuales asistían Ernesto Quesada, Carlos Vega Belgrano, Calixto Oyuela, Leopoldo Díaz, Lucio V. Mansilla, Alberto del Solar y Federico Gamboa (además de González y Obligado) entre otros, el Ateneo se presentó en un principio como una formalización de este grupo y como una prolongación de los intereses sobre los cuales se había constituido. Sin embargo, la propuesta de creación de un “centro literario” pronto se convirtió en un proyecto más ambicioso.