Los dolores de cabeza o cefaleas se encuentran entre los padecimientos neurológicos más comunes y causan tanto problemas de salud como de incapacidad en todo el mundo. A pesar de esto, se subestiman en alcance y escala, y hay poco reconocimiento de su impacto en la salud pública. La Sociedad Internacional de Cefaleas (SIC) clasifica a las cefaleas, principalmente en: primarias (cuando son en sí mismas la enfermedad) y secundarias (cuando son un signo de otra enfermedad).
Entre las cefaleas primarias se encuentra la migraña (que puede presentarse en dos formas: sin aura y con aura), tema central de este trabajo de investigación. Se utilizarán los términos migraña y cefalea de manera indistinta para referirse a la primera en cuestión.
La migraña es el segundo tipo de dolor de cabeza más frecuente, luego de la cefalea tensional.
Pero a diferencia de ésta que no suele interrumpir las actividades cotidianas de quien la padece, la migraña llega a producir un dolor tan intenso que afecta la calidad de vida. Es una de las principales causas de incapacidad en todo el mundo y es de dos a tres veces más común en mujeres que en hombres. Es especialmente frecuente en mujeres jóvenes y de mediana edad (25 - 45 años).
La migraña impone una gran carga económica en términos de costos directos e indirectos. Los costes directos incluyen los gastos en fármacos, consultas a médicos, pruebas diagnósticas, entre otros. Los indirectos, incluyen aspectos como la pérdida de trabajo y la reducción de la productividad. La mayoría de las intervenciones apuntan al manejo farmacológico de los síntomas, que en muchos casos requiere de una combinación de diferentes medicamentos. Actualmente se conoce que existen diversos factores desencadenantes que van desde el estilo de vida, estrés, factores hormonales, factores nutricionales (como el ayuno, deshidratación, alcohol, cafeína, vino, chocolate, queso, aditivos), entre otros.
Un estudio realizado por Buonanotte a 1200 universitarios de la provincia de Córdoba, Argentina mostró que la comida precipitaba episodios de migrañas en algo más del 20% de los estudiantes.
Ciertas sustancias específicas dentro de los alimentos serían las culpables de esta reacción. Entre los responsables se encontraban: el alcohol, aspartamo, café, té y chocolate (contienen metilxantinas), alimentos añejos o fermentados (contienen aminas biógenas), cítricos (contienen sinefrina), carnes curadas (contienen nitratos y nitritos) productos enlatados (sulfitos), congelados y de copetín (contienen glutamato monosódico).
Por otro lado, se han publicado varios artículos científicos sobre los posibles efectos positivos en la intensidad y frecuencia de las migrañas, de dietas o regímenes con diferentes características como: bajas en lípidos, la dieta DASH (o Aproximaciones Dietéticas para la Hipertensión, en español) y la dieta Mediterránea. Con respecto a las dietas libres de gluten (DLG) algunos estudios muestran una relación entre la aparición de migrañas y las intolerancias al gluten.
Aunque se han realizado investigaciones sobre los posibles factores desencadenantes de origen nutricional, el abordaje dietoterápico de la migraña es limitado. Y bien se sabe que tener una alimentación saludable es uno de los pilares fundamentales para una buena salud en el individuo y para contribuir al mejoramiento de muchas patologías, y por lo tanto, las cefaleas no deberían suponer una excepción.
En este trabajo de investigación, se buscará describir la relación entre los alimentos y la migraña.