Las piezas que aquí se reúnen nos hablan en cierto modo de esta tarea perseverante que es tejer. Trece planos y una mesa de trabajo son testigos de ese trabajo meticuloso y repetitivo, la acción de manipular la densidad del tiempo. Horas que son días, días que son meses, meses que son superficies, planos que son tiempo. Por eso nos gusta pensar que sí, tejer es pensar, pero no como una actividad escindida de los cuerpos y por lo tanto de nuestras realidades, sino como un acto de poner el cuerpo en el mundo. Porque darle forma al tiempo nos permite elaborar múltiples maneras de concebirlo. Y en estos trabajos el tiempo es la materia representada como un ciclo interminable.