Hacia fines de la década de 1970 y los primeros años de la de 1980 una corriente de pensamiento originaria de América Latina producida por intelectuales e investigadores de las ciencias sociales y la comunicación generaron un replanteo trascendental en torno a la comunicación por fuera de los medios y se desplazaron hacia la producción de sentidos culturales.
Hasta ese entonces, el estudio de la comunicación centraba la atención en el Emisor, entendiendo al proceso comunicacional en forma lineal en base a tres eslabones centrales: emisor, mensaje y receptor. Estos análisis hacían foco en las dos primeras partes y entendían al receptor como pasivo, alienado, como un "recipiente vacío que tiene que ser llenado de contenido".