Los sustratos naturales y artificiales sumergidos en el mar son rápidamente colonizados por micro y macroorganismos, este proceso es conocido como “biofouling”. El asentamiento produce importantes pérdidas económicas: por ejemplo, en los cascos de las embarcaciones provoca una reducción de la velocidad debido a la pérdida de la hidrodinámica y aumento en la rugosidad, aumento en el consumo de combustible, deterioro de la película protectora e inicio de los procesos de corrosión. También causa perjuicios en granjas de maricultura provocando el bloqueo de redes de cultivo y en cañerías reduciendo el diámetro interno y por lo tanto el flujo de agua. Las pinturas antiincrustantes han sido por muchos años la mejor vía de protección de las embarcaciones. En las formulaciones, tradicionalmente, se han incorporado compuestos tóxicos, pero la creciente preocupación por los efectos perjudiciales sobre la salud humana y el medio ambiente han llevado a restringir e incluso a prohibir su utilización. En la actualidad, se tiende a controlar las incrustaciones biológicas por medio de métodos alternativos utilizando sustancias naturales o artificiales no tóxicas.