La autora propone una interpretación de Odisea a partir del análisis de la estructura espacial y la composición discursiva del Canto 11, centro arquitectónico y frontera formal de la obra, con el objetivo de demostrar que resulta un espacio épico ineludible que reformula y determina el código ético heroico mediante una performance interactiva. En el Canto 11 de Odisea, Odiseo supera la frontera ética del héroe ptolypórthios (asolador de ciudades) y se construye a sí mismo como un nuevo héroe, aquel que recibirá los epítetos de polýmetis (de muchos recursos) y polýtlas (de muchos pesares), dos expresiones solidarias de su éthos, a través del cual resiste la hostilidad y regresa inteligentemente, primero, al mundo de los vivos y, luego, al mundo de los griegos. Si ha podido conquistar la muerte, el trabajo más arduo para un héroe, puede regresar a su tierra. El Hades en Odisea es el paradigma del lugar más distante y el único espacio que abre completamente el tiempo y permite que Odiseo enfrente su espacio pasado, Troya, y su espacio futuro, Ítaca. Allí, no sólo conoce las fuerzas que gobiernan la naturaleza, sino también su propio destino. La Nékyia se transforma en una matriz de comprensión y de reconocimiento de su mortalidad y de su capacidad de regresar, componentes diferenciales de su heroísmo.