La glándula mamaria del hombre deriva, al igual que en la mujer, de la hoja externa o ectodermo embrionario y constituye solo un anexo cutáneo.
Permanece indiferenciada con la del sexo opuesto hasta la pubertad, época en que se transforma en un órgano rudimentario. Su persistencia sin llegar a la atrofia, se demuestra atendiendo a su patología que certifica puede padecer, aunque en menor escala, todas las afecciones que se describen para su homónima femenina.
Los conductos galactoforos están relativamente desarrollados, mientras que los aciniglandulares involucionan, hecho importante que explica que la cantidad de cánceres lobulares infiltrativos solo alcance al 50 % (en la mujer al 70 %).