Con el comienzo de la pandemia, lxs docentes del Taller de Escritura Creativa (TEC), materia cuatrimestral que se dicta en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, nos vimos interpelados ante desafíos inesperados: ¿Cómo sostener la dinámica de taller en la distancia? ¿Cómo ajustar los contenidos a la virtualidad y asegurar la continuidad pedagógica de lxs estudiantes? ¿De qué manera motivar la lectura y escritura? Con el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) teníamos que buscar una manera de generar el intercambio y la participación como en las clases presenciales. Esto es: cercanía y acompañamiento ante un nuevo y -hasta ese entonces- desconocido esquema de relaciones sociales, eso que comenzábamos a llamar “virtualidad”.
La escritura, en ese sentido, resulta ser una tecnología antigua y maravillosa, quizás una de las primeras que nos permitió expresarnos, comunicarnos y relacionarnos. Y en esa amalgama de viejas y nuevas tecnologías que confluyen, buscamos motivar la lecto-escritura para pensar en qué nos afectaba el contexto que estábamos viviendo desde lo individual y lo colectivo, un flujo de experiencias indisociables y complejas. Esto derivó en la producción por parte de lxs estudiantes de textos de no ficción en los que la problemática por la pandemia como tema central se leía a veces como un rumor, a veces como un grito.