La epilepsia es una enfermedad caracterizada por la presencia recurrente de convulsiones, con las consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales que esto implica. Esta patología afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo, lo que la convierte en la segunda enfermedad neurológica más común a nivel global. La gran mayoría de los afectados viven en países de bajos ingresos y como consecuencia, casi el 75% de ellos no reciben un tratamiento adecuado. Aun cuando la farmacoterapia es el tratamiento de primera línea para esta patología, aproximadamente un 30% de los pacientes no responden a las terapias farmacológicas existentes. Este contexto motiva la búsqueda constante de nuevos fármacos anticonvulsivos (FACs) más seguros y mejor tolerados que superen el problema de la farmacorresistencia.