Roberto Esposito (2009) cuando piensa al humano creado previo a un orden, lo hace imaginando un espacio donde la violencia es lo más fácil de comunicar. El filósofo piensa en una comunidad de “sangre y esperma” donde el hombre está amontonado en una masa amorfa, y se lo confunde con los animales por su apetito y desmesura (Esposito, 2009, p. 73). El problema que ve Shildrick (2002) en torno a las comunidades a conformar es que la materia viva a desechar está asociada con los cuerpos de las otredades y de la mujer, justamente porque estos amenazan la claridad de la división de los cuerpos, atraviesan fronteras, borronean la distinción entre sí mismo y otrx. Puntualiza que el útero es especialmente el órgano considerado como peligroso, ya que no se puede distinguir entre él y lx otrx que se aloja en su interior.
Los cuerpos femeninos y feminizados son los cuerpos monstruosos que con sus líquidos (meconio, fluido amniótico, placenta, mucosa cervical, etc.) amenazan con sumergirnos y tragarnos en esa sustancia de lo indiferente (Shildrick, 2002).
Nos proponemos pensar en esa comunidad monstruosa de los restos de la materia, preguntándonos: ¿qué ha sucedido con esa materia visceral de la tierra descartada a lo largo de la historia? Tendremos como objeto de estudio la literatura argentina reciente, con el propósito de observar cómo funcionaron esos procesos de organización, de segmentación de la masa contagiosa al cuerpo limpio e individual. Para realizar esta tarea analizaremos dos materiales de Gabriela Cabezón Cámara, "Yanara" (2018) y "Y su despojo fue una muchedumbre" (2015), textos que casi no han sido abordados por la crítica, o no se los incluye al trabajar la obra de la autora.