La mujer es uno de esos conceptos que la cultura no ha podido conocer, o ha declarado en cierta medida incognoscible: ha sido calificada como el “continente negro”, por el psicoanálisis; se la ha definido como “enigma”, en la imposibilidad de contestar a la pregunta “¿qué quiere una mujer?”, y, por ello mismo, como señala Erica Bornay (1990), ha sido leída y representada culturalmente como “hija de Lilith”.
En la historia de la literatura también se encuentran numerosas variantes de la relación estética con el monstruo y/o enigma femenino.
En sus versiones contemporáneas, la consideración de textos y perspectivas que trabajan sobre este eje permite proponer una visión descentrada de la literatura argentina canónica que abre posibilidades de situar otras subjetividades, intensidades y devenires, que, por minoritarios o desafiantes, han sido considerados poco adecuados, o han sido ignorados, por las corrientes dominantes.