En este artículo me interesa retomar las características que Gabriel Giorgi, en Sueños de exterminio. Homosexualidad y representación en la literatura argentina (2004), atribuye al monstruo para dar cuenta de lxs cuerpxs y las subjetividades seropositivas representadas en la Nueva Narrativa Argentina (NNA). Tomaré tres autorxs y una selección de relatos de cada unx: “Ese verano a oscuras” de Mariana Enriquez (2018), Un año sin amor de Pablo Pérez (1998) y Continuadísimo de Naty Menstrual (2008), para pensar cómo esxs cuerpos atravesados por la enfermedad develan un doble proceso socio-identitario: por un lado, expresan cómo los dispositivos y tecnologías configuran y delimitan lxs cuerpxs y subjetividades y, por otro, cómo esxs cuerpxs monstruosxs ponen en evidencia la arbitrariedad y el carácter artificial de esos límites, fronteras y discursos que establecen lo normal, lo esperable, lo inteligible. Asimismo, esas representaciones ficcionales me permitirán reflexionar sobre cómo la enfermedad obliga a develar identidades que se mantenían ocultas (Sontag, 2003) y, al mismo tiempo, duplica procesos de abyección: lxs cuerpxs monstruosxs que son ahora enfermxs, patológicxs, ya sufrían un estigma social previo (de género, cultural, social, histórico, de clase, etc.).