Rizoma también está lleno de slogans que dan ganas de repetir, empezando por la palabrita rizoma, cuando lo genial es que esa palabra no describe una forma de texto o de libro, sino un funcionamiento. No se pregunta qué es un rizoma (no en el plano textual), sino cómo funciona. Este es un primer malentendido que hay que despejar para no escuchar nunca más que un texto es “rizomático” (nos encantaría en cambio que alguien se juegue y diga hace rizoma con…, y ahí empieza la lectura). Como nos enseñó Simone de Beauvoir para las mujeres, rizoma no se nace, rizoma se hace. Esta aclaración sirve también como guía de lectura: no soy filósofa, muchas cosas se me van a escapar y algunas otras se les van a escapar a les estudiantes.
Entonces, frente a este texto, no hay que preguntarse qué quiere decir, sino cómo funciona, qué le hace esta manera de leer a nuestros objetos de lectura.