En dermatología veterinaria, la evaluación citológica es uno de los métodos complementarios más utilizados, pues nos permite definir procesos neoplásicos, inflamatorios e infecciosos y establecer su estirpe celular, orientando al clínico en la dirección diagnóstica apropiada. En ocasiones es posible hallar agentes etiológicos primarios, secundarios y oportunistas. Además, muchas veces se puede confirmar o descartar un diagnóstico presuntivo, controlar la evolución del proceso y evaluar la eficacia del tratamiento.
La citología cutánea habitualmente solo requiere la sujeción física del paciente, aunque, en ocasiones, en pacientes indóciles o en lesiones con ubicaciones molestas para el animal, como por ejemplo la cara, es necesario realizar una sedación previa a la toma de muestras. El estudio citológico de la piel es un procedimiento incruento, rápido, sencillo de realizar, de bajo costo y que habitualmente se utiliza en la consulta clínica diaria. Generalmente, aporta datos suficientes como para reducir la lista de diagnósticos diferenciales y desarrollar un efectivo plan de diagnóstico.
Las lesiones cutáneas son variadas, pudiendo incluir masas sólidas o quísticas, erosiones, úlceras, pústulas, vesícula, tractos fistulosos, y procesos difusos con cambios secundarios diversos.
Cabe destacar que la citología tendrá valor diagnóstico, solo cuando se evalúa en forma conjunta con el resto del examen físico y otros estudios complementarios, tales como estudios de sangre, ultrasonografías, ecografías, etc.