El término linfoadenopatía se refiere a cualquier anormalidad de los linfonódulos. Si bien la linfoadenomegalia es el hallazgo más frecuente, los cambios de consistencia, las alteraciones de los contornos, el dolor y las modificaciones en la movilidad, también deben ser considerados al momento de ser evaluados.
El estudio citológico de los linfonódulos está indicado cada vez que se perciban en ellos alguno de estos signos que sugieren evidencia clínica de linfoadenopatía. La misma suele ser evidente y fácil de detectar en los linfonódulos superficiales. Si es solitaria o regional suele estar relacionada a procesos patológicos localizados en las respectivas áreas de drenaje, tales como inflamaciones o tumores. En los linfonódulos profundos, la linfadenopatía puede ser un hallazgo durante la palpación profunda del abdomen o mediante estudios por imágenes. Puede relacionarse a neoplasias primarias, metastásicas o infecciones sistémicas. Si es generalizada, los diagnósticos diferenciales deberán incluir neoplasias hematopoyéticas (linfomas y/o leucemias), procesos inmunomediados (lupus eritematoso sistémico) o infecciones sistémicas de cualquier origen. En todos los casos, el estudio citológico de estas estructuras constituye una de las herramientas más valiosas para la evaluación de la linfoadenopatía, permitiendo, en la mayoría de las situaciones, definir el diagnóstico. También, con el fin de reconocer metástasis potenciales y estadificar el paciente oncológico, es aconsejable aplicar este método para el estudio de los linfonódulos cercanos o involucrados en el área de un tumor primario, aun cuando los mismos presenten un aspecto normal durante el examen clínico (Blauvelt 2020). Las principales indicaciones para la evaluación de los linfonódulos mediante el estudio citológico se encuentran resumidas en la Tabla 7.1.
Algunos de los hallazgos citológicos que se describirán en relación con los linfonódulos pueden ser aplicados también al tejido linfoide ubicado en otros sitios corporales.