Hasta hace poco tiempo el diagnóstico de la meningitis tuberculosa no representaba más que la satisfacción del acierto clínico del médico tratante, ya que significaba un episodio que terminaría,en un plazo más o menos breve, con la vida del paciente en la totalidad de los casos. Los últimos descubrimientos de antibióticos y quimioterápicos han permitido ser más optimistas en ese pronóstico tan sombrío, claro esta, siempre que el diagnóstico se realice precozmente y se instituya el tratamiento adecuado a la mayor brevedad. Ante esta posibilidad es sumamente necesario el conocimiento de la etiología y patogenia del proceso para poder abordar el problema que plantea esta grave localización de la tuberculosis.