Los capítulos que componen el monográfico giran en torno a cuatro ejes fundamentales que se corresponden con ejercicios de resistencia campesina en espacios rurales de ambos lados del Atlántico en el Antiguo Régimen, donde tienen una preponderancia sobre todos los demás los espacios tanto metropolitanos como de ultramar de las potencias ibéricas (Portugal y la Monarquía Hispánica): 1) Esclavismo e indigenismo, en los espacios americanos bajo dominación de las potencias ibéricas, funcionando como catalizador de protestas violentas o no contra situaciones de explotación y dominación siempre Europa-América (y no al revés); 2) Fiscalidad, como uno de los elementos más reconocibles en las acciones campesinas de resistencia contra las instituciones rentistas (Iglesia y Nobleza, fundamentalmente) y los propios Estados modernos. En este sentido, es determinante la resistencia al pago de tributos, servicios y rentas, casi siempre en especie y fruto de las cosechas del campesinado, pobres en general, y deficitarias periódicamente en línea con la coyuntura agraria; 3) Propiedad de la tierra: el medio de producción del campesinado por excelencia, que trabajó pero no poseyó, y que fue objeto de continuas luchas y disputas por su adquisición completa, tratando de librarse de cargas abusivas, materializadas en los contratos agrarios, que eran uno de los pilares socioeconómicos de la injusta sociedad estamental 4) Administración: contra las instancias de poder del Antiguo Régimen, especialmente la Iglesia y el Estado (en cualquiera de sus instituciones y competencias, de la Corte y la Legislación a las villas, ciudades y concejos rurales de la base administrativa local, y tanto en ámbitos de gobierno como de justicia), habitualmente resistiéndose a la disciplina normativa, la ortodoxia religiosa y la reforma de comportamientos y prácticas culturales contrarias a los intereses o la moralidad de las instancias antedichas.