Mohr y Wriedt (1928), noruegos, fueron los primeros investigadores que llamaron la atención sobre las importantes pérdidas económicas sufridas por criadores animales como resultado de la ocurrencia de “factores letales recesivos”, los cuales “no producen anormalidades en héterocigosis”, pero “constituyen particulares fuentes potenciales de daños futuros”.
Stormont (1958), hace una magnífica revisión y análisis de rasgos letales, semi-letales y no-deseables en animales domésticos, elaborando una lista de caracteres heredables, con Ja explicación genética correspondiente.
Hutt (1958), realiza un ponderable análisis de la resistencia genética a las enfermedades, en animales domésticos.
Hadorn (1961), se introduce en el estudio de la genética del desarrollo y factores letales, induciendo una especie de asociación entre la “patología del desarrollo” y esos factores.
Para Hadorn, los (factores letales Mendelianos se han constituido en una “sorprendente ilustración” acerca del rol jugado por el material genético en los procesos secuenciales del ciclo vital, lo que involucra la alta especificidad de las mutaciones individuales, en correspondencia a pautas que inducen la formación de caracteres.
Como los factores letales representan una sensible proporción de mutaciones, por propia gravitación se constituyen en elementos sustanciales necesarios de ser incorporados en cualquier teoría general “relacionada al gene y su mutabilidad”. (Hadorn, 1961).
Brewbaker (1965), analiza los factores letales como fenómeno de variación fenotípica discontinua en la segregación poblacional, donde los genes que intervienen pueden ser descritos como “primariamente cuantitativos” o “cualitativos” en sus efectos.
Las investigaciones realizadas por éstos y otros investigadores sobre ‘ factores letales, sub - letales y no - deseables”, aclaran aspectos de las relaciones existentes entre progenitores, que son portadores génicos del rasgo, y los descendientes que reciben el impacto del carácter heredado.