Hacia 1947, Alejo Carpentier emprende un viaje que no solo cambiaría su narrativa, sino la narrativa de la literatura hispanoamericana. Del impacto que significó su contacto con la selva venezolana emergerá Los pasos perdidos (1953). Hubo, antes, un libro de viajes inédito e inconcluso, el Libro de la Gran Sabana (1947-1948), que relata con detalle los desplazamientos emprendidos hacia lo profundo de la selva junto con sus sorpresas e incluso con los innumerables textos que comprendían el repertorio de libros que ya la habían transitado.
Los mitos que, por cierto, se hacen presentes en la obra forman parte, por supuesto, del vasto entramado cultural que sostiene la novela; nos referimos a los mitos de Sísifo, Prometeo y Odiseo.
Consideramos, en efecto, que en Los pasos perdidos la tradición clásica ofrece una estructura que unifica el espacio en el texto, pues los relatos míticos trazan lazos que intentan suturar la dicotomía ciudad moderna – selva que se construye en esta novela corta y que es resonancia de la disgregación propia de la modernidad.