Situarse en la perspectiva decolonial y desde allí pensar la enseñanza de inglés implica ver una serie de cuestiones íntimamente adheridas a la Historia (singular, mayúscula) que se han normalizado –como LA Historia- y han dejado de verse en su particularidad e impacto para volverse parte natural de lo que –en este caso puntual- la masa crítica dentro de cierto campo académico da por hecho. Es decir, parte del sentido común, de la plataforma de significados compartida que ya nadie inspecciona. Sin embargo, ponerse los lentes de la decolonialidad es ver el patrón colonial del poder (Quijano, 1992, 2009, 2014 [2000]), verlo en su enunciación y en sus enunciados –sus dominios-. Ver la fuerza blanqueadora, racializante, patriarcal y euro-usáfila que la recorre y la sostiene bajo velos modernos, de retóricas falaces, trampas culturalistas y reveses desarrollistas.
Enseñar inglés, y enseñar a enseñar inglés doblemente, reproduce todas las formas de poder/ saber que operan exclusionariamente desde elites meritocráticas revestidas de paternalismos filantroepistémicos. “EL” inglés es la lengua del capitalismo global, de la modernidad global, de la colonialidad global. Es la lengua de la ausencia y de la destitución moderna / colonial.
Enseñarlo y aprenderlo llanamente, provoca complicidades. Enseñar a enseñarlo llanamente, las refuerza, las normaliza, las instituye.
Salirse de esta lógica desde la pedagogía decolonial (Walsh, 2009) y desde la educación debe contribuir a suspender todas las formas de subalternización ontológica y fascismo epistémico, y ubicarse en un paradigma otro, fronterizo (Mignolo, 2005). Un posicionamiento disruptivo en el que no se extreman las opciones: A (anglofilia) o B (anglofobia) sino que emerge una opción otra: la del desenganche (Mignolo, 2005), la del desacople de A y de B porque A necesita de B para existir (como lx ricx necesita de lx pobre, y lx amx de lx esclavx). Una opción que denominamos inglés lengua otra (Baum, 2018a, 2018b; 2020a) y en la que podemos recuperar y repensar algunas singularidades normalizadas como la cultura, la interculturalidad, los lugares de enunciación, y sopesar sin ingenuidades las contrapedagogías posibles, y los correlatos prácticos y práxicos en el aula y fuera de ella.
El presente capítulo, entonces, invita a un recorrido en el sentido que aquí anticipamos. En primer lugar, retomamos los aportes de algunxs pensadores latinoamericanos cuyo andamiaje conceptual -entendemos- acompaña la lectura de las secciones subsiguientes. En segundo lugar, nos enfocamos en entramar estas ideas con la enseñanza y el aprendizaje de inglés de modo de sostener una perspectiva situada. En tercer lugar, indagamos en los vínculos de tal red de sentidos con el lugar de la tradición universitaria y las disciplinas, con la alfabetización como dispositivo de base para pensar el ingreso a la cultura letrada y -en particular- a la formación inicial universitaria en inglés. Cerramos el capítulo con una breve conclusión que es, también, un llamamiento.