Siempre es posible promulgar algunos principios críticos en función de la actualidad ideológica, y poder así darnos el crédito de participar en una época de combate, en una filiación de la historia. El aspecto de la vida que nos interesa pensar en las siguientes páginas viró la manera de entender esta adscripción a condiciones discursivas. Con lo cual, se volvió imperioso no sólo escuchar, sino también interpretar las palabras que se pronuncian.
Para comenzar, podríamos decir que los principios críticos a los que aquí nos interesa acercarnos se establecen con Freud y su concepto de inconsciente. Pero también es cierto que al día de hoy es impensable lo que el psicoanálisis nos enseña sobre la lógica del inconsciente, si no se toma en consideración el concepto de ideología. Las ideologías adoptan formas conscientes e inconscientes; de ahí el asombro absolutamente sincero que sentimos al descubrirnos portadorxs de valores que, con la misma sinceridad, decíamos detestar. En el caso particular de los chistes, la actualidad ideológica que se pueda desmontar a través de su análisis será responsabilidad de cada generación.
En las siguientes páginas, más allá de las diferencias en que puede aparecer un chiste u otro, intentaremos concentrarnos en la inmanencia que sostiene la relación entre ellos: vislumbrar cómo se manifiesta la ideología en los chistes que circulan en nuestra época, o cómo la conciencia se convierte en trampa de ella misma, o por qué nos reímos sin saber bien de qué nos reímos, o un poco de todo eso.