El cuento es narrado en primera persona, la cual cuenta cómo la madre, siempre desbordada y apurada, regresa del almacén con una niña. La historia se ve envuelta en un ambiente de misterio y silencios. La estética visual compuesta con la gama acromática, refuerza la atmósfera de incertidumbre, ausencia y melancolía de la época. El uso de espacios en blanco y vacíos evocan el silencio y las palabras no dichas que caracterizan tanto la narración como el momento histórico al que nos remontan las ilustraciones, la última dictadura cívico-militar argentina.