Cada amanecer, una mujer anciana se sienta junto a la ventana, mirando el árbol que plantó en su juventud. Recuerda con nostalgia los días en que pintaba, rodeada de colores y herramientas, creando obras que capturaban su amor y sueños. A pesar de la fragilidad de su cuerpo, su espíritu sigue conectado a esos momentos, evocando la alegría de sus creaciones y el amor que la acompañó.Para este cuento se creó un personaje corpóreo y se fotografió sobre cálidos escenarios, para luego sumar digitalmente formas coloridas buscando evocar un mundo fantástico.