Dora, una golondrina voladora, se detiene en la Huerta de Jenny antes de iniciar su migración estacional. Allí, se encuentra con Silvestre, un ave terrestre que habita la huerta. Dora observa con curiosidad la comunidad de aves terrestres y le pregunta a Silvestre si alguna vez ha sentido curiosidad por volar y conocer el mundo desde arriba.Silvestre, a la defensiva, le responde que no ve la necesidad de volar, pues su vida en la huerta es segura y abundante en alimento. Teme los peligros del mundo exterior, como los gatos que acechan. Dora intenta convencerlo de que vale la pena arriesgarse para experimentar la libertad y autenticidad de volar como un ave.Finalmente, Silvestre reflexiona sobre las palabras de Dora y comienza a dudar sobre su decisión de permanecer en tierra firme toda su vida. Escucha los graznidos distantes de las golondrinas y respira hondo, como si estuviera considerando dar el salto hacia el vuelo.